Severo Ochoa siempre se consideró un exiliado científico, no político. En cuanto estalló la guerra civil española él se vio obligado a abandonar nuestro país y comenzó a trazar la que para muchos científicos supone, incluso hoy en día, la única vía que conduce a su desarrollo pleno, el de la emigración. Severo Ochoa estudió Medicina porque entendía que éste era el camino más corto para llegar adonde su vocación le llevaba, pero nunca ocultó que su verdadero interés se centraba en el mundo de la biología. De hecho, solía bromear diciendo que no había visto a un enfermo tras salir de la universidad. Desde la facultad destacó como un alumno brillante y nada más licenciarse obtuvo una plaza de profesor ayudante junto al que había sido uno de sus profesores más notables: Juan Negrín. Y fue de vital importancia la figura de este profesor, que a la postre se convertiría en Presidente del Gobierno de la II República, a la hora de facilitar la salida de Severo Ochoa del país, ya que supuso el suyo un apoyo determinante ante la Junta de Ampliación de Estudios para que completara su formación en el extranjero. Primero pasó por Alemania, luego por Reino Unido y, finalmente, se instalaría en los Estados Unidos, donde iba a residir, junto a su esposa, durante más de cuarenta años y sería allí donde desarrollaría buena parte de sus investigaciones más destacadas.
Tras quince años residiendo en San Luís y Nueva York, el matrimonio Ochoa adquirió la nacionalidad estadounidense. Era el año 1956 y pocos después, en 1959, Severo Ochoa recibiría el Premio Nóbel de Fisiología o Medicina compartido con el que fuera su alumno, el norteamericano Arthur Kornberg, por sus descubrimientos sobre el mecanismo de síntesis del ARN -ácido ribonucleico- y del ADN -ácido desoxirribonucleico-. El gran logro del científico español fue el estudio y aislamiento de una enzima llamada ARN-polimerasa que se encarga de la síntesis del ARN, necesario para la síntesis de las proteínas.
Las proteínas son moléculas complejas formadas por la unión de un número determinado de unidades denominadas aminoácidos. Estos aminoácidos vienen determinados genéticamente y es que en el proceso de síntesis de una proteína, un gen cualquiera –ADN, al fin y al cabo- va a dar lugar siempre a un ARN asociado que se llama ARNm (ARN mensajero). Este ARNm consiste en un fragmento lineal de bases nitrogenadas –que son las unidades estructurales del ARN y que son de cuatro tipos: Adenina, Guanina, Citosina y Uracilo- que, agrupadas de tres en tres, dan lugar a una estructura denominada codón, que es la que codifica cada aminoácido.
Como existen cuatro bases nitrogenadas diferentes y teniendo en cuenta que se pueden ordenar de forma aleatoria, incluso repitiéndose una base determinada en más de una de las tres posiciones del codón, en total existen 64 tripletes posibles. De estos 64, tres codifican señales de parada en el proceso de síntesis de las proteínas, lo que quiere decir que los 61 codones restantes codifican, gracias al conocido como código genético, los 20 aminoácidos que dan lugar a las estructuras de las proteínas. Es decir, el código genético es redundante, lo que da lugar al llamado código degenerado, ya que existen codones diferentes que codifican un solo aminoácido.
Todos los aminoácidos tienen una estructura general común y lo único que diferencia a unos de los otros es la presencia de una cadena lateral específica que es la que va a hacer que existan aminoácidos polares o hidrofóbicos, apolares o hidrofílicos, con carga –positiva o negativa- o aromáticos. En la estructura de una proteína, los aminoácidos se encuentran unidos entre sí formando un enlace denominado peptídico. En última instancia va a ser la secuencia –es decir, el orden- de los aminoácidos la que determine la función de una proteína, del mismo modo que este orden va a condicionar la disposición tridimensional de ésta.
En cuanto a las funciones que desempeñan las proteínas en los seres vivos, hay que destacar que son las biomoléculas más diversas y versátiles que se conocen, pudiendo actuar, según el caso, con función enzimática, estructural, hormonal, etc.
En 1985 Severo Ochoa volvería a España para quedarse definitivamente. Para entonces, el centro de biología molecular que lleva su nombre (CBMSO, Centro de Biología Molecular Severo Ochoa) llevaba diez años funcionando como uno de los centros de mayor prestigio internacional. El CBMSO es un centro mixto del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y la UAM (Universidad Autónoma de Madrid), y de él han salido grandes investigadores que han continuado el camino emprendido por Severo Ochoa.
martes, 26 de agosto de 2008
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6 comentarios:
¡hola¡
¡ya estoy de vuelta¡ el 1 de septiembre me incorporo al CSIC que los de letras también estamos por ahí.
besos.
Hola, Ana. Claro que lo estais, y muy acertadamente.
Bienvenida de nuevo.
Besos.
Fantástica entrada!! Enhorabuena por el blog.
El artículo me ha recordado una peli sobre la vida de Severo Ochoa, en la que es interpretado por Imanol Arias. La ví cuando empecé la carrera y me motivo mucho para dirigir mis pasos hacia la investigación (que es a lo que me dedico ahora).
Saludos
SeRa, muchas gracias.
Yo también vi aquella película. Por lo que he tenido oportunidad de leer -antes y después de ver la película-, creo que ésta es bastante fiel a lo que fue la vida de Severo Ochoa. Personalmente, me gustó y, de alguna forma, a mí también me marcó.
Te deseo toda la suerte del mundo en lo referente a la investigación. Por cierto, si necesitas ayuda de cualquier tipo, puedes escribirme a mi dirección de correo electrónico. Yo trabajo en el servicio de análisis de ácidos nucleicos de la Universidad de Almería.
Un abrazo.
Gracias Jose Antonio
Llevo tres añitos en esto (haciendo la tesis) y la verdad que me gusta lo que hago. En breve habré publicado mi primer artículo (hoy mismo he mandado las ultimas correcciones, espero...) y estoy escribiendo un segundo a la vez que hago el experimental del tercero. En cuanto publique te lo envio para que me des tu opinion.
Un saludo (añadido estas en mis enlaces)
Muy bien, SeRa, será un placer leer esos artículos.
Por cierto, el placer que se siente al ver tu nombre por primera vez en un artículo es algo indescriptible. Parecido a ver tu libro por primera vez en el escaparate de una librería. Disfrútalo.
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