miércoles, 30 de abril de 2008

PEARL HARBOR Y LA MARIHUANA FRENTE AL DOLOR

Doris Miller era un cocinero afroamericano que se encontraba destinado, durante la segunda guerra mundial, en un acorazado norteamericano y que se iba a convertir en uno de esos héroes que fabrican todos los conflictos armados.
Desde 1895, tras la primera guerra Sino-Japonesa, el ejército japonés tuvo en su punto de mira a su vecina China como única salida a su política expansionista. La victoria de su ejército sobre el ruso, en 1905, dio lugar a un clima de euforia que hizo que la sensación de imbatibilidad creciera y alimentara las ansias expansionistas japonesas. Así, las acciones militares se sucedieron hasta que en 1941 los Estados Unidos y Reino Unido reaccionaron e impusieron un embargo de petróleo con la idea de detener la ofensiva nipona. Pero los líderes japoneses, auspiciados por sus ansias de expansión, decidieron contraatacar. Eran conscientes de que esta acción aumentaría las dimensiones del conflicto bélico y que, probablemente, sólo les permitiría ganar un poco de tiempo, pero la opción de ceder ante las demandas extranjeras nunca fue un planteamiento que tuviera consistencia.
Así las cosas, la madrugada del 7 de diciembre de 1941, la armada japonesa lanzó un ataque sorpresa a Pearl Harbor, en Hawai. La ofensiva apenas duró noventa minutos y tuvo como resultado para la armada estadounidense la pérdida de 18 navíos, unos 3500 soldados fallecidos y más de 1000 heridos. El ataque cogió por sorpresa al ejército norteamericano y la capacidad de respuesta fue escasa. Pero Doris Miller, ese cocinero afroamericano elevado a los altares de la heroicidad, fue de los pocos que consiguió, dentro de sus posibilidades, repeler el ataque nipón. Yendo más allá de donde su obligación le imponía y llevado por ese sentimiento patriótico que mueve a los americanos en momentos así, Miller tomó el control de una ametralladora antiaérea que estaba abandonada y la usó para abrir fuego contra los aviones atacantes, derribando al menos a uno, mientras la metralla caía a su alrededor.
Finalizado el ataque, el panorama en Pearl Harbor era desolador. Los heridos gritaban y se retorcían de dolor, y el olor a carne quemada se mezclaba con el de la derrota. En esta situación, la labor del doctor estadounidense J.J. Bonica fue tan heroica como la del propio Miller. Hasta esa fecha no existían en el mundo especialistas en el tratamiento del dolor y sería el doctor Bonica, con su tratado, en 1953, quien abriría una brecha que nos lleva hasta el día de hoy. En España, el número de unidades de Tratamiento del Dolor que trabajan en la actualidad es muy elevado y existe una Sociedad Española del Dolor, que forma parte de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor.
Tradicionalmente, la interpretación que el hombre ha hecho del dolor ha estado influida por el pensamiento místico y religioso. Para la doctrina católica, el dolor era un medio de purificación y redención. Hoy en día, la mayoría de la sociedad ha desechado la necesidad de sentir dolor para purgarse y éste es entendido, simplemente, como una experiencia desagradable asociada a una lesión de cualquier tipo. En última instancia, el responsable de que exista el dolor es nuestro sistema nervioso, ya que es el encargado de recibir y transmitir los diferentes impulsos sensitivos que provocan esta sensación.
Recientemente se ha visto que el uso de unos compuestos derivados de la planta de la marihuana llamados cannabinoides pueden tener un efecto positivo sobre el control del dolor y sobre el tratamiento de ciertas enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o la esclerosis múltiple.
Los cannabinoides se dividen en tres tipos: los naturales o herbarios, que son los que se obtienen directamente de la planta; los endógenos, que son los que produce el cuerpo humano; y los sintéticos, que son obtenidos en el laboratorio. Se sabe que, en nuestro organismo, los cannabinoides obtenidos a partir de la marihuana mimetizan la acción de los cannabinoides endógenos, actuando a través de unos receptores que se llaman CB1 y CB2, que se encuentran en el sistema nervioso central, o aparato reproductivo, los primeros, y tejido periférico como pulmón o bazo, los segundos.
El uso de los cannabinoides en el tratamiento del dolor está documentado desde muy antiguo, pero la reciente publicación de numerosos ensayos en los que se utilizan derivados de uno de los cannabinoides más conocidos, el THC (tetrahidrocannabinol), ha puesto el tema en el punto de mira de toda la sociedad. El uso de estos compuestos, sin duda, brinda una oportunidad terapéutica más; sin embargo hay un largo camino por recorrer y será el tiempo quien ponga a los cannabinoides en el sitio que les corresponda.

martes, 22 de abril de 2008

Orejudo y Almería

De cuando en cuando cae en nuestras manos uno de esos libros que nos deja un regusto amable en el paladar. Uno de esos libros que a uno siempre le gustaría haber escrito. Yo me encuentro en uno de esos momentos. El libro en cuestión se llama Almería, crónica personal, y su autor es Antonio Orejudo.





De entrada, la edición resulta muy bonita. Las pastas duras, la presentación en negro, las fotos de Pérez Siquier e incluso el tipo y tamaño de letra utilizada me parece que lo hacen un libro muy atractivo. Luego, el contenido está muy bien estructurado. Orejudo utiliza su experiencia vital en Almería como hilo conductor de un libro muy conseguido. Y no pretendo mostrar una erudición que no tengo; simplemente escribo como un lector al que el libro lo atrapó desde la primera a la última página, de la primera a la última impresión.
No se trata de un libro de historia y mucho menos de una guía turística. El propio autor nos dice que “no se trata de un libro concebido para halagar el orgullo provinciano”. Es, nada más y nada menos, que un libro de experiencias. De las experiencias de Antonio Orejudo, un forastero que vino a Almería huyendo de otra parte, como otros muchos, y que colaboró, casi sin darse cuenta, casi sin desearlo, en la transformación que la ciudad necesitaba.
En el libro se van solapando las historias, como los naipes en un juego de cartas, con Orejudo y Almería como factores comunes. Estas historias están salpicadas de nombres y de lugares, de calles y situaciones, que a muchos almerienses les harán sentirse extrañamente cómodos instalados en sus páginas. Retazos de unas ficciones no tan ficticias que de uno u otro modo todos hemos vivido.
No me cabe duda de que Almería, crónica personal está llamado a convertirse en un libro fetiche. En una referencia ineludible para todo el que quiera acercarse a esta ciudad de luz y de mediterráneo. En una posada íntima para los que somos de aquí. Y en un lugar donde escaparse para seguir huyendo.

martes, 15 de abril de 2008

LA REVOLUCIÓN RUSA Y EL MAL DE LAS VACAS LOCAS

En 1915 la situación de la clase obrera rusa era crítica. Hacía casi una década que sus condiciones laborales rozaban lo infrahumano y la situación se volvía insostenible. Las jornadas de trabajo superaban las diez horas diarias, por unos salarios indignos y con unas condiciones de salud y seguridad oscuras. Todo ello se tradujo en un sinfín de huelgas y protestas que fueron desatendidas o reprimidas violentamente por el zar Nicolás II. A esto hay que añadir que en ese mismo año, en plena Primera Guerra Mundial, el zar decidió tomar el control del ejército, abandonando palacio y dejando a cargo del gobierno a su esposa, la zarina, que era incapaz de tomar ni una sola decisión importante para su país sin la aprobación del que ya era conocido en Rusia como el monje loco: Rasputín.
En octubre de 1916 Rusia había perdido, entre muertos, desaparecidos y prisioneros de guerra, casi cinco millones de soldados. El pueblo, cada vez más descontento con la situación, se amotinaba y mostraba su rebeldía cada vez que le era posible. La cámara baja del parlamento ruso –la Duma- avisó al zar de la necesidad de tomar medidas en forma de reformas constitucionales, pero éste hizo caso omiso de la advertencia. Como no podía ser de otro modo, esta situación desembocó, en febrero de 1917, en una revolución que acabó con el régimen zarista y que estableció el primer gobierno comunista del mundo, liderado por Lenin.
Poco a poco, las autoridades soviéticas fueron extendiendo su área de influencia a todos los aspectos de la vida rusa, y la cultura y el arte no podían quedarse atrás. Una de las primeras medidas adoptadas fue la retirada del apoyo institucional a las actividades vanguardistas para favorecer la estética del Estado. Era necesario el apoyo unánime al Realismo Socialista. Así, la salida del país de George Balanchine, uno de los mayores coreógrafos de la historia del ballet, era sólo cuestión de tiempo. Balanchine se instalaría en Nueva York y crearía en éste el NYCB (New York City Ballet), una de las compañías de ballet más prestigiosa del mundo. Aún hoy, Balanchine es considerado el responsable de la fusión de conceptos modernos con las ideas más viejas del ballet clásico.
George Balanchine murió en 1983, cuando la Unión Soviética daba sus últimos coletazos. La causa de su muerte no estaba clara, aunque todo apuntaba a un error del sistema nervioso central. El coreógrafo empezó a presentar problemas de coordinación muscular y un claro cuadro de demencia, que terminaron por dejarlo ciego, sordo y paralítico. Todo apuntaba a que su muerte podía haber sido debida a la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ), pero no fue hasta que se le realizó la autopsia cuando esta hipótesis fue confirmada. Su cerebro tenía el aspecto de una esponja o de un queso suizo. No cabía duda, George Balanchine había muerto debido a la ECJ.
La ECJ es causada por una proteína llamada prión que es también la responsable de la encefalopatía espongiforme bovina -EEB o “mal de las vacas locas”- en el ganado vacuno y de la enfermedad de scrapie, en el ovino. La principal característica de los priones es que son capaces de dar lugar a estas enfermedades pero no son seres vivos. Es decir, carecen de material genético (ADN o ARN).
En condiciones normales, los priones se presentan en el organismo como proteínas inocuas, que no producen ningún daño. Sin embargo, una mutación puntual en su secuencia de aminoácidos (que son cada una de las “piezas” de las que están formadas las proteínas) conduce a que ésta se pliegue de una manera diferente a la proteína normal, adquiriendo así una forma infecciosa que es la responsable de ocasionar la enfermedad. La característica que convierte a esta forma infecciosa en letal es que uno sólo de estos priones mutados es capaz de inducir la mutación fatal en las proteínas sanas en una especie de “reacción en cadena”.
Entre las diferentes clases de la ECJ, una de ellas es transmitida por contacto con priones infecciosos. Se trata de la ECJ adquirida y se produce como consecuencia de la exposición a tejidos cerebrales o del sistema nervioso infectado. Dentro de esta clase, en 1996 fue descrita una nueva variante que se relacionó con la exposición al prión responsable del mal de las vacas locas. Por suerte, en España, las medidas de seguridad tomadas para evitar el contagio a partir de animales infectados son muy altas y los ministerios de Agricultura y Sanidad garantizan que la carne que consumimos en nuestro país es segura. No cabe duda de que la dieta de hoy, hipercalórica y rica en comida precocinada, no es nuestro mejor aval; así las cosas, podemos estar seguros de que no es el mal de las vacas locas el mayor problema en nuestra alimentación.

JUEVES 17 DE ABRIL A LAS 21:00
PRESENTACIÓN DEL LIBRO:
L@s chic@s fe@s también quieren bailar
(colección de relatos)

EN LA CARPA DE LA FERIA DEL LIBRO DE EL EJIDO (PLAZA MAYOR) ORGANIZADO POR EL ÁREA DE CULTURA DEL AYUNTAMIENTO DE EL EJIDO



Los autores de estos relatos somos un grupo de 19 almerienses de nacimiento o de adopción, entre los que me incluyo, aficionados a la literatura. Habitamos la periferia en todos los sentidos pero, en un mundo globalizado como el de hoy, las periferias sólo son centros más pequeñitos. Si un puñado de escritores tan desiguales nos hemos decidido a reunirnos, viniendo cada uno de nuestro padre y de nuestra madre (literarios), ha sido porque creemos firmemente en la democratización cultural. En que ya basta de quejarse de que nunca se hace nada “fuera de”. En que ya es hora de que quienes vivimos “fuera de” hagamos algo.

martes, 1 de abril de 2008

CHE GUEVARA: LA ALERGIA Y LA REVOLUCIÓN

Celia de la Serna era una joven progresista y procedente de una familia acomodada que se había casado con veintiún años, embarazada de dos meses. Una fría mañana de mayo, cuando su hijo Ernestito acababa de cumplir dos años, se lo llevó a darse un baño a la playa de su ciudad. Al regresar, el niño empezó a toser y los padres observaban angustiados cómo parecía que le faltaba el aire para respirar. Aquél fue su primer ataque de asma y sería esta enfermedad la que, de alguna forma, marcaría su vida. Ya desde muy pequeño, cuando apenas era capaz de pronunciar tres palabras seguidas, el pequeño Ernestito decía: Papito, inyección, cuando el asma se le acentuaba. Mientras los niños de esta edad sienten verdadera aversión por los pinchazos, Ernestito los pedía, consciente de su enfermedad.
Los años pasaron y el asma, lejos de relajarse, parecía intensificarse. Así, el joven Ernesto optó por cursar la carrera de Medicina, lo que le reportó un amplio conocimiento sobre el asma y la alergia, y una vez finalizada, incluso llegó a trabajar en el Hospital General de México como alergista. Pero su vocación revolucionaria le llevaría a abandonar la medicina y toda la comodidad que ésta podía haberle otorgado. Allí mismo, en México, y un año después, en 1955, el joven Ernesto –por entonces tenía 27 años- conocería a Fidel Castro en quien encontraría la causa que tanto tiempo estuvo buscando. Desde entonces, la vida del que sería conocido para la historia como Ernesto “Che” Guevara estaría tan ligada a la revolución como lo estuvo al asma.
El asma es una enfermedad pulmonar producida en origen, según la teoría hoy en día aceptada, por una alergia. Es decir, según esta idea, el asma no es un problema orgánico exclusivo pulmonar, sino que se acompaña de otras manifestaciones, todas ellas propias de un proceso alérgico.
La alergia es una hipersensibilidad –una respuesta exagerada del organismo- frente a una sustancia llamada alérgeno, que produce una serie de síntomas característicos al entrar en contacto con él, al ser ingerido o al ser inhalado. El término alergia fue utilizado por primera vez a principios del siglo XX cuando el médico austriaco Clemens von Pirquet lo acuñó para hacer referencia a una reactividad del sistema inmune, frente a sustancias no tóxicas, que resultaba dañina para el individuo.
No se conocen los motivos por los que una molécula determinada puede actuar como un alérgeno, pero lo que sí se sabe es que cuando éste entra en el organismo de un individuo alérgico, su sistema inmunitario responde produciendo una gran cantidad de una proteína llamada inmunoglobulina, concretamente, de tipo E (IgE). Las inmunoglobulinas son anticuerpos generados por un tipo de células denominadas linfocitos B. Es decir, cuando el sistema inmune de un individuo alérgico detecta la presencia de un alérgeno, los linfocitos B son capaces de secretar una gran cantidad de IgE en respuesta a lo que entiende como una agresión.
Cuando esto ocurre, aparecen una serie de síntomas conocidos como cuadro alérgico. Estos síntomas son debidos a la presencia de unas moléculas que se liberan en presencia de IgE. Las más importantes de estas moléculas son las histaminas, que provocan la contracción del músculo liso, liberación de mucus y vasodilatación, entre otros. Los síntomas que van a aparecer como consecuencia de la presencia de este tipo de moléculas mediadoras va a depender del sitio de contacto con el alérgeno, siendo diferente la respuesta cuando se produce un contacto directo con éste, a través de la piel, que cuando es ingerido o inhalado.
En la actualidad, los tratamientos contra la alergia consisten en la administración de antihistamínicos y corticoides, y el uso de inhaladores, de los que hay de dos tipos: antiinflamatorios y broncodilatadores, actuando ambos a nivel de los bronquios. Un tratamiento más específico consiste en la administración de una vacuna –inmunoterapia-. En este caso lo que se hace es inyectar al individuo alérgico un extracto purificado de uno o varios alérgenos, aumentando la dosis progresivamente para que el organismo se habitúe al alérgeno o se haga tolerante a éste.
El Che Guevara murió el 9 de octubre de 1967 en La Higuera, Bolivia, luchando por aquello en lo que creía. Desde entonces es un símbolo de calado mundial y su imagen es utilizada como bandera contra las injusticias sociales y a favor de la rebeldía. El asma no fue nunca para él un impedimento para seguir luchando. Contrariamente, el Che supo transformarla en motivo de superación.