miércoles, 27 de agosto de 2008

EL PEAJE DE LA COMODIDAD

Como ya anuncié hace unos meses, el texto presentado bajo el título “El peaje de la comodidad” y escrito por Oscar Palomares Gracia –Investigador Post-doctoral del Instituto Suizo de Investigación sobre las Alergias y el Asma (SIAF), en Davos, Suiza, y, sobre todo, buen amigo mío- y yo, había sido premiado con un Accésit en el I Concurso de Divulgación Científica de la Universidad Complutense de Madrid –convocado por la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación-. Pues bien, ya puedes tener acceso al texto y darme tu opinión. Aquí tienes un enlace http://www.ucm.es/info/otri/cult_cient/infocientifica/descargas/concurso%20divulgacion%2008/peaje_comodidad.pdf

martes, 26 de agosto de 2008

PROTEÍNAS Y AMINOÁCIDOS, EL SENTIDO DE LA UNIÓN

Severo Ochoa siempre se consideró un exiliado científico, no político. En cuanto estalló la guerra civil española él se vio obligado a abandonar nuestro país y comenzó a trazar la que para muchos científicos supone, incluso hoy en día, la única vía que conduce a su desarrollo pleno, el de la emigración. Severo Ochoa estudió Medicina porque entendía que éste era el camino más corto para llegar adonde su vocación le llevaba, pero nunca ocultó que su verdadero interés se centraba en el mundo de la biología. De hecho, solía bromear diciendo que no había visto a un enfermo tras salir de la universidad. Desde la facultad destacó como un alumno brillante y nada más licenciarse obtuvo una plaza de profesor ayudante junto al que había sido uno de sus profesores más notables: Juan Negrín. Y fue de vital importancia la figura de este profesor, que a la postre se convertiría en Presidente del Gobierno de la II República, a la hora de facilitar la salida de Severo Ochoa del país, ya que supuso el suyo un apoyo determinante ante la Junta de Ampliación de Estudios para que completara su formación en el extranjero. Primero pasó por Alemania, luego por Reino Unido y, finalmente, se instalaría en los Estados Unidos, donde iba a residir, junto a su esposa, durante más de cuarenta años y sería allí donde desarrollaría buena parte de sus investigaciones más destacadas.
Tras quince años residiendo en San Luís y Nueva York, el matrimonio Ochoa adquirió la nacionalidad estadounidense. Era el año 1956 y pocos después, en 1959, Severo Ochoa recibiría el Premio Nóbel de Fisiología o Medicina compartido con el que fuera su alumno, el norteamericano Arthur Kornberg, por sus descubrimientos sobre el mecanismo de síntesis del ARN -ácido ribonucleico- y del ADN -ácido desoxirribonucleico-. El gran logro del científico español fue el estudio y aislamiento de una enzima llamada ARN-polimerasa que se encarga de la síntesis del ARN, necesario para la síntesis de las proteínas.
Las proteínas son moléculas complejas formadas por la unión de un número determinado de unidades denominadas aminoácidos. Estos aminoácidos vienen determinados genéticamente y es que en el proceso de síntesis de una proteína, un gen cualquiera –ADN, al fin y al cabo- va a dar lugar siempre a un ARN asociado que se llama ARNm (ARN mensajero). Este ARNm consiste en un fragmento lineal de bases nitrogenadas –que son las unidades estructurales del ARN y que son de cuatro tipos: Adenina, Guanina, Citosina y Uracilo- que, agrupadas de tres en tres, dan lugar a una estructura denominada codón, que es la que codifica cada aminoácido.
Como existen cuatro bases nitrogenadas diferentes y teniendo en cuenta que se pueden ordenar de forma aleatoria, incluso repitiéndose una base determinada en más de una de las tres posiciones del codón, en total existen 64 tripletes posibles. De estos 64, tres codifican señales de parada en el proceso de síntesis de las proteínas, lo que quiere decir que los 61 codones restantes codifican, gracias al conocido como código genético, los 20 aminoácidos que dan lugar a las estructuras de las proteínas. Es decir, el código genético es redundante, lo que da lugar al llamado código degenerado, ya que existen codones diferentes que codifican un solo aminoácido.
Todos los aminoácidos tienen una estructura general común y lo único que diferencia a unos de los otros es la presencia de una cadena lateral específica que es la que va a hacer que existan aminoácidos polares o hidrofóbicos, apolares o hidrofílicos, con carga –positiva o negativa- o aromáticos. En la estructura de una proteína, los aminoácidos se encuentran unidos entre sí formando un enlace denominado peptídico. En última instancia va a ser la secuencia –es decir, el orden- de los aminoácidos la que determine la función de una proteína, del mismo modo que este orden va a condicionar la disposición tridimensional de ésta.
En cuanto a las funciones que desempeñan las proteínas en los seres vivos, hay que destacar que son las biomoléculas más diversas y versátiles que se conocen, pudiendo actuar, según el caso, con función enzimática, estructural, hormonal, etc.
En 1985 Severo Ochoa volvería a España para quedarse definitivamente. Para entonces, el centro de biología molecular que lleva su nombre (CBMSO, Centro de Biología Molecular Severo Ochoa) llevaba diez años funcionando como uno de los centros de mayor prestigio internacional. El CBMSO es un centro mixto del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y la UAM (Universidad Autónoma de Madrid), y de él han salido grandes investigadores que han continuado el camino emprendido por Severo Ochoa.

martes, 5 de agosto de 2008

RADIACTIVIDAD HOY: CIEN AÑOS SALVANDO OBSTÁCULOS

Maria Sklodowska llegó a París desde su Varsovia natal con apenas veintitrés años. Se había matriculado en la Universidad de la Sorbona y estaba dispuesta a hacerse un hueco en un mundo de hombres. El siglo XIX estaba acabando y la Física y la Química eran dos disciplinas que no ofrecían muchas oportunidades al sexo femenino. Pero la adaptación de María fue más rápida de lo esperado y unos años después obtendría la licenciatura en Matemáticas y en Física, siendo la primera de su promoción. Para entonces, uno de sus profesores ya le había declarado su amor e iba a acabar convirtiéndose en su marido y ella, tomando de él su apellido. Desde ese momento, esta polaca universal iba a ser conocida como Marie Curie.
Marie Curie es en la actualidad la única persona que posee dos premios Nóbel en dos disciplinas científicas distintas, uno en Física y otro en Química, además de haberse convertido en la primera catedrática en la historia de la Sorbona. A pesar de todo ello, Francia escatimó honores hasta el final de sus días por lo que consideró un acto imperdonable. Y es que cometió el error de enamorarse de un hombre casado. Su marido, Pierre Curie, había muerto tras once años de matrimonio. Varios años después del trágico desenlace, Marie se enamoró de Paul Langevin, que había sido alumno de Pierre. Este romance fue aireado por la prensa y mientras la opinión pública excusó y perdonó la infidelidad del científico, nunca consintió que ella se interpusiera en aquel matrimonio.
No obstante, por lo que Marie Curie ha pasado a la historia es por su determinante contribución a la ciencia y por su espíritu altruista. Tanto es así que donó a la investigación científica el primer gramo de radio obtenido y se negó a registrar ninguna patente porque le parecía fundamental que cualquier investigador pudiera buscarle aplicaciones a la radiactividad.
La radiactividad es una cualidad que presentan algunos elementos químicos para emitir unas radiaciones particulares. Estas radiaciones son capaces de impresionar películas fotográficas o atravesar cuerpos opacos a la luz visible, lo que las hacen óptimas para su uso en medicina –radioterapia o diagnóstico con Rayos X- y en otros campos y con otros fines como puede ser la obtención de energía o la fabricación de pantallas de ordenador y aparatos de televisión.
La radiactividad se divide en natural o artificial. La natural es aquella que se encuentra en la naturaleza sin que haya existido intervención humana, y puede ser debida a la presencia de elementos radiactivos primigenios, que están en la Tierra desde el principio de los tiempos, o de materiales radiactivos cosmogénicos, que se generan por la incidencia de rayos cósmicos. Esta radiactividad natural es producida gracias a que los núcleos de ciertos átomos son inestables y se fragmentan de manera espontánea para dar lugar a otros núcleos más ligeros. La radiactividad artificial, por otro lado, se origina al bombardear los núcleos estables de ciertos átomos con partículas adecuadas. De esta manera se consiguen núcleos más pesados que suelen ser inestables y que emiten radiactividad al retirar el cuerpo emisor de las partículas de bombardeo. Este tipo de radiactividad fue descubierta por Jean Frédéric e Irène Joliot-Curie, hija de Marie y Pierre Curie.
Algunos de los elementos radiactivos naturales más importantes son el Radio-226, que se obtiene por desintegración del Uranio-238, o el Carbono-14, que es producido en la atmósfera debido al bombardeo de átomos de nitrógeno por neutrones cósmicos y utilizado para conocer la edad de muestras orgánicas de menos de 60.000 años, siendo la técnica de datación más fiable para estas muestras. Por otro lado, el elemento radiactivo artificial probablemente más conocido sea el Plutonio-239, que fue uno de los elementos expulsados a la atmósfera tras el accidente de la central nuclear de Chernobil.
Por suerte, accidentes como el de Chernobil son muy poco frecuentes y la radiactividad es usada de forma positiva en nuestra sociedad actual. Después del accidente en la central ucraniana, la radiactividad estuvo en el punto de mira de todas las críticas, pero el paso del tiempo decidió darle una nueva oportunidad. Algo parecido pasó con el amor entre Curie y Langevin. Muchos años después de aquel romance, una hija de Irène Joliot-Curie –por lo tanto, nieta de Marie Curie- se casaría con un nieto de Paul Langevin. Casualidad o destino. En la actualidad conforman un matrimonio de físicos nucleares con una bonita historia que contar a los suyos.